En los últimos meses el problema de la despoblación del mundo rural, la ‘España vacía’ o ‘España vaciada’ se ha puesto en el punto de mira electoral. Sin embargo, la despoblación no es solo un tema demográfico, detrás hay un debate sobre servicios públicos, modelo de desarrollo, envejecimiento, igualdad, etcétera. Una tendencia que se produce a nivel mundial como consecuencia del propio proceso de desarrollo, pero que en España se ha acentuado por diferentes motivos.

El gráfico de densidad de población en 2011 (último disponible) de Eurostat refleja la aglomeración de la población en las ciudades y el abandono del campo, es decir, el vaciado de la España interior y la concentración en Madrid y en el litoral. De hecho, como señala Alasdair Rae, profesor de la universidad de Sheffield, España también registra algunas de las zonas más pobladas de toda Europa (L’Hospitalet de Llobregat con una densidad superior a 50.000 habitantes por m2). ¡Sorprende ver que el mapa de España es blanco con puntos morados (sin connotaciones futbolísticas, por favor) comparado con Francia o Alemania!

Independientemente de si el origen de este modelo demográfico es por motivos históricos como la Reconquista (Daniel Oto-Peralias dixit) o por el relieve montañoso de nuestro país, esta divergencia tiene efectos negativos en términos económicos, sociales y medioambientales, a los que hay que hacer frente.

Densidad de población: número de habitantes por km2.
Fuente: JRC, Eurostat. Geostat. Population Grid 2011.

Las acciones para luchar contra este problema son múltiples y más en periodo electoral. Por destacar algunos de los estudios más recientes, el Senado de España empezó a estudiar este tema en abril de 2015, lo que dio como resultado el informe de la Ponencia de estudio para la adopción de medidas en relación con la despoblación rural en España, la Federación Española de Municipios y Provincias publicó en abril de 2017 su Listado de medidas para luchar contra la despoblación en España y más recientemente, el Gobierno ha publicado su Estrategia Nacional frente al Reto Demográfico.

Sin ánimo de exhaustividad, podemos agrupar las propuestas en los siguientes ejes:

  1. Desarrollo de una estrategia frente a la despoblación.
  2. Disponibilidad de servicios públicos: sanidad, educación, cultura y servicios de atención a mayores y personas con discapacidad.
  3. Inversiones en infraestructuras: mejora de la red viaria y transporte público.
  4. Mejora de la conectividad y de las telecomunicaciones para eliminar la brecha digital.
  5. Fomento del acceso a la vivienda: rehabilitación y creación de bolsas de vivienda.
  6. Incentivos económicos y fiscales a la actividad económica, con especial referencia a las actividades agropecuarias, forestales y al turismo rural, al emprendimiento, a la formación y a la economía social.
  7. Mejora de la financiación a los entes territoriales y promoción de los fondos europeos.
  8. Fomento de la natalidad y concesión de beneficios a las familias numerosas.
  9. Campañas de comunicación de las ventajas del mundo rural y del patrimonio cultural para eliminar la imagen denigrada de los pueblos y recuperar el orgullo rural.

Estas políticas ayudan a luchar contra la despoblación. Sin embargo, su total aplicación supone un gasto considerable que ningún gobierno puede asumir. Esto nos lleva a buscar otras soluciones, entre ellas, debemos estudiar las mejores prácticas de otros países, priorizar inversiones con arreglo a criterios técnicos y analizar los fallos de nuestro modelo de desarrollo.

  1. Comparar las mejores prácticas, el ejemplo de Escocia.

Uno de los territorios que ha conseguido revertir esta tendencia ha sido las Islas y Tierras Altas de Escocia, un territorio que es más parecido a España por geología y condiciones climáticas adversas que Francia o Alemania. Un informe de las Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa sobre la experiencia escocesa analiza las claves del éxito y señala insistentemente el liderazgo de la agencia de desarrollo territorial, Highlands and Islands Enterprise (HIE), para afrontar este reto. La HIE es una agencia autónoma y despolitizada, con sede en Inverness, la capital del territorio, la cual ha sido fundamental en el diseño de las políticas económicas.

Se trata de una agencia despolitizada, que cuenta con expertos técnicos y no con cargos políticos, con personal seleccionado meritocráticamente y especializado en diferentes materias: asesoramiento en innovación, internacionalización, marketing, sostenibilidad, etcétera, lo que la dota de estabilidad, conocimiento de la materia y reconocimiento social.

Con sede en el propio territorio, lo que le permite tener un contacto directo con las comunidades locales, conocer las necesidades y potencialidades de cada región y actuar como catalizador de iniciativas, ofreciendo a los ciudadanos el asesoramiento necesario para llevarlas a cabo, en definitiva, permite empoderar a los vecinos, incentivándoles a presentar proyectos y ayudándoles ante las dificultades legales, administrativas y económicas que se puedan encontrar en su ejecución.

Esta agencia goza de un alto grado de autonomía, especialmente para la gestión de fondos. Aquellos que han gestionado ayudas públicas, sobre todo con prórrogas presupuestarias, son conscientes de todos los trámites por los que se ha de pasar para justificar los gastos. La autonomía de la agencia le permite financiar proyectos sin condicionantes de plazos, de justificación de gastos y trámites de autorización, centrándose en la rentabilidad económica y social de los proyectos.

A su vez, esta autonomía no es incompatible con el control financiero. Los proyectos están integrados en una estrategia para el territorio para aumentar su efecto multiplicador y se realiza un seguimiento continuo para poder reaccionar rápidamente ante desviaciones. Además, la agencia está sujeta a los procedimientos de control financiero y administrativo para evitar irregularidades.

  1. Priorizar proyectos y descubrir las potencialidades de cada territorio

Las medidas propuestas (incentivos económicos, infraestructuras, servicios públicos) contribuirán a frenar esta tendencia y a hacer más atractiva la vida en el mundo rural, pero se trata de medidas genéricas y de alto coste. Si queremos que realmente aumente la población en estos municipios, es necesario desarrollar proyectos más específicos. Como señala D. Francisco Burillo Mozota (Catedrático de Prehistoria en la Universidad de Zaragoza) en el informe de la ponencia del Senado, se debe tener en cuenta la potencialidad de cada territorio y desarrollar proyectos específicos para cada región.

Por ejemplo, la región de las Tierras Altas de Escocia tenía una industria pesquera basada en la captura con infraestructuras inadecuadas y una estructura empresarial atomizada. Desde la HIE se apostó por modernizar al sector, mejorar las infraestructuras y desarrollar la industria de la transformación, es decir, se apostó por subir en la cadena de valor y desarrollar otras actividades que aportasen valor añadido al producto.

Asimismo, se ha impulsado las empresas de economía social integrando a los trabajadores en la propia empresa para salvar compañías que estaban al borde de la quiebra. Estas iniciativas han conseguido hacer a los habitantes partícipes en los proyectos económicos y han generado un efecto emulación en otras zonas.

En verdad no todos los territorios pueden vivir de la industria agroalimentaria o del turismo rural, pero si se puede fomentar otros tipos de turismo (deportivo e idiomático), impulsar actividades en la cadena de valor en amont (diseño o I+D+i) y en aval (transformación) que permitan a los municipios desarrollar otras actividades económicas y que contribuyan con mayor valor añadido al territorio.

Para ello es imprescindible que las políticas se desarrollen desde el mundo rural siguiendo el ejemplo de la HIE. Los habitantes conocen bien sus pueblos y tienen ideas para revivirlos, lo que necesitan es el asesoramiento para llevarlo a cabo, ya sea, la internacionalización de una empresa, el posicionamiento turístico del pueblo o el desarrollo de un festival de cine.

Aparte de las estrategias programáticas, existen multitud de iniciativas creativas para el desarrollo de los pueblos: bancos de casas y viviendas para fomentar el asentamiento (http://volveralpueblo.org/), iniciativas para hacer la agricultura más sostenible (https://apadrinaunolivo.org/es) o la apuesta por el arte y la cultura (http://www.pueblosenarte.com/index.html#acerca).

  1. Un modelo de desarrollo más equilibrado

La despoblación del mundo rural es una tendencia motivada por factores legales, económicos y sociales, pero sin duda, el debate sobre la despoblación es un debate sobre el modelo de desarrollo y que lleva en España a la concentración de la actividad económica en Madrid, el litoral Mediterráneo, el Norte de España y el eje del río Ebro, como podemos ver en el siguiente gráfico.

Regiones productivas de España
Fuente: Abel Gil Lobo, El Orden Mundial. Licencia CC BY-NC-ND.

La otra cara de la moneda de la despoblación son los altos precios del alquiler y la contaminación en las grandes ciudades. Las economías de aglomeración generan círculos virtuosos de mayor actividad y mayor atracción de trabajadores, lo que se traduce en una mayor concentración en Madrid y la costa española frente al interior, pero también en las capitales de provincias frente a otros municipios, especialmente del mundo rural.

Grosso modo, la despoblación rural es un problema de oportunidades económicas, si los trabajadores no encuentran puestos disponibles, emigrarán a donde los hay. Por ello, se debe adoptar los incentivos necesarios para que las actividades económicas se distribuyan por todo el territorio. En una economía ‘servitizada’ y digitalizada esto es más posible que nunca, pero es necesario tomar otro tipo de medidas: en el mercado laboral, promover la movilidad geográfica, impulsar el teletrabajo y modificar la cultura del ‘presentismo’; en el mercado de la vivienda, favorecer el alquiler y la rehabilitación frente a la adquisición de la vivienda; y en la política turística, seguir promoviendo otros tipos de turismo más allá del modelo de ‘sol y playa’.

Además, habría que analizar el impacto de la regulación en materias como el medio ambiente o la contratación pública. Las necesidades de los ayuntamientos en pequeñas poblaciones y en las grandes ciudades no son las mismas. De la misma manera, los requisitos que debe afrontar las instalaciones industriales y edificios de las grandes urbes y de mundo rural no deberían ser los mismos. Sin embargo, en muchas ocasiones se les aplica la misma legislación.

Estos objetivos de política económica y las propuestas regulatorias presentan un coste cero en términos presupuestarios y son beneficiosos para toda la economía, por ello que su aplicación sea más necesaria si cabe.

Por último, es necesario preguntarse si el nivel óptimo desde donde atacar estas ineficiencias es el de los ayuntamientos. En muchos casos, se debe rediseñar el territorio o fusionar ayuntamientos para el desarrollo de acciones a nivel comarcal y crear una propuesta de desarrollo coherente y exitosa.

En resumen, hace falta otro enfoque. No todo se soluciona con políticas de gasto, es necesario desarrollar criterios técnicos y no políticos, escuchar a la ‘España vaciada’, priorizar proyectos de acuerdo a la potencialidad de cada territorio e implantar un cambio en nuestro modelo de desarrollo, en especial, atendiendo a reformas de coste cero.

Autor: Álvaro Muñoz Camacho