Chile alcanzará en breve el estatus de país desarrollado. Las previsiones son que alcance el umbral de renta media per cápita de 20.000 $ en 2.020. Aunque el plazo se alargara, su inclusión como país de pleno derecho en la OCDE en 2.010 no hizo más que confirmar esta trayectoria. Y es que en realidad, a pesar del camino que queda por andar, Chile ya tiene algunas de las características de un país avanzado. Veamos en primer lugar una serie de datos económicos.
Frente al crecimiento del 6% que el PIB de Chile registró en 2.011, en 2.012 la economía creció un 5,6%. El crecimiento del 5,8% en el consumo total (liderado por el consumo privado) y el aumento del 12,3% en la inversión en formación bruta de capital fijo (especialmente construcción y maquinaría y equipos) son los mayores responsables de este resultado. Las previsiones son que el crecimiento en 2.013 se sitúe sobre el 4,5%, entorno en el que estaría el crecimiento a medio plazo. Esta desaceleración se debe a varias razones. Por un lado está el esperado retroceso de la economía internacional de los próximos años, que en el caso de Chile tiene un efecto directo sobre la demanda y el precio del cobre y otros minerales, en un país en el que la minería representa un 10% del PIB. Por otro lado, también se verán retrocesos en el consumo interno (moderado) y en la inversión (más pronunciados). Pero además nos encontramos con razones estructurales originadas en la baja productividad y algunos cuellos de botella relacionados con las infraestructuras y la energía.
El IPC continúa manteniéndose en niveles bajos y estables. En 2.011 se situó en el 4,4% y la inflación subyacente se situó en el 3,3% mientras que en diciembre de 2.012 registró una variación acumulada anual del 1,5%. Se espera que el IPC de 2.013 alcance el 2,6%. Con respecto al tipo de interés, tras mantener la Tasa de Política Monetaria en el 5% durante más de un año, el Banco Central la rebajó un cuarto de punto en octubre y otro cuarto en noviembre. Estas modificaciones de la política monetaria indican que las previsiones que se manejan en las instituciones chilenas anuncian un enfriamiento de la economía algo superior o más acelerado al esperado.
Por lo que respecta a la tasa de desempleo, está ha seguido una tendencia a la baja desde 2.010, año en el que se situó en el 8,2%, alcanzando el 5,7% a mediados de 2.013. La caída del desempleo a niveles tan bajos ha supuesto un alza de los salarios.
Respecto a la inversión directa extranjera, en 2.012 alcanzó 30.323 millones de dólares, un 32% más que en 2.011, lo que supuso un 11,3% del PIB y un 15% de los empleos creados en el país.
Por otra parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI), si bien alaba la hábil gestión económica de Chile, ha alertado sobre la exposición a un escenario internacional inestable y sobre la vulnerabilidad de la economía a una caída en el precio del cobre. Asimismo, ha destacado que es esencial aumentar la productividad, flexibilizar el mercado laboral y facilitar la inversión privada en el sector energético. En su informe Doing Business 2.013, que mide la facilidad para hacer negocios en un determinado país, sitúa a Chile en el puesto 37, avanzando dos puestos y logrando su tercera subida consecutiva. El FMI ha destacado que Chile es el país que más ha incrementado su PIB per capita entre 1.990-2.012 tras alcanzar un importe de 18.419 dólares medido en paridad del poder adquisitivo.
Pero es necesario ir más allá de los datos económicos. Chile es un país con una enorme fortaleza institucional y de gran estabilidad jurídica, comparable a los países más avanzados. A nivel de política general y económica en particular también es muy estable. Se puede decir que se trata de una economía liberal y abierta al exterior a través de más de 20 acuerdos de libre comercio suscritos con más de 60 países que representan más del 85% del PIB mundial, destacando la Alianza del Pacífico, que da la bienvenida a los inversores extranjeros. Esta red de tratados busca convertir a Chile en un hub para las empresas, de tal manera que se ofrece una estabilidad jurídica y económica, con la posibilidad de comerciar con más del 60% del PIB mundial, especialmente en la zona del Pacífico e Iberoamérica. De esta manera se compensa el pequeño tamaño del mercado local.
Sin embargo, nos encontramos ante un país con una gran concentración económica, interrelacionada con una fuerte concentración de la renta y unos usos y costumbres centrados en el contacto personal. La mayor parte de los grandes sectores económicos están controlados por pocas empresas, generando numerosos oligopolios, en los que están presentes en muchos casos las mismas empresas, a la manera de los keiretsu en Japón o los chaebol en Corea. Este es además un país muy pequeño. No sólo en términos de población, sino en términos de concentración de la renta y costumbres sociales. En este sentido valga destacar que sólo el 0,01% de la población controlan el 10% del PIB. En términos internacionales, la participación del 1% más rico es la más alta registrada dentro de una lista mucho más amplia de alrededor de 25 países para los cuales esto se ha medido. El índice de Gini supera el 0,5.
Otro de los grandes problemas de Chile es la baja productividad, en parte debido a la baja calidad de la educación en general. La educación de calidad en este país es muy cara y ha supuesto una enorme barrera a la movilidad social, de tal manera que la mayoría de la población no dispone de un acceso adecuado a una buena educación.
Chile es un país muy atractivo. Es el país de Iberoamérica que más ha incrementado el PIB per capita en el período 1.990-2.012; es el país de la región con menor riesgo y mejores calificaciones crediticias; y es el país más transparente y menos corrupto de la región. Este es un país que recibe bien al inversor extranjero. Pero eso los elementos positivos no nos deben llevar a engaño. Todas esas características no deben ocultar que se trata de un mercado con ciertos problemas, obstáculos a la entrada y altamente competitivo, que obliga a las empresas a un gran esfuerzo.
Por Rafael Coloma Ojeda
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