Consolidación presupuestaria y crecimiento económico llevan ya mucho tiempo situándose en los extremos de una cuerda, de la que tiran, en sentido opuesto, dos grupos de Estados miembros. Actualmente, en un extremo encontramos al eje franco-alemán, priorizando el ajuste fiscal y en el otro, el grupo de Estados defensores de tomar medidas comunitarias que potencien el crecimiento económico. Estos (Reino Unido, Países Bajos, Italia, España, Estonia, Letonia, Finlandia, Irlanda, Chequia, Eslovaquia, Suecia y Polonia) suscribieron en febrero el “Plan for Growth in Europe”.
Hace menos una década, Alemania ocupaba el extremo contrario. El 18 de septiembre de 2003, el eje franco-alemán, dada su desfavorable situación económica, presentó una Iniciativa para el Crecimiento. Poco tiempo después, se aprobará la primera reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), impulsada principalmente por Alemania hacia su flexibilización.
A finales de 2001 entra en vigor la segunda reforma. En esta ocasión, Alemania, en una situación económica menos desfavorable que sus socios del sur, pudo defender posiciones mucho más duras.
Resulta evidente el importante papel jugado por Alemania en la reforma del Pacto, principal instrumento de coordinación económica de la UEM. Por esta razón, considero importante recordar el curso de los acontecimientos.
Primera Reforma del PEC: Hacia la flexibilización
El menor dinamismo de la economía Alemania de principios del 2000, pronto se tradujo en un importante deterioro de sus cuentas públicas y reiterados incumplimientos de sus objetivos de déficit. Así, de acuerdo con el Anexo Estadístico de la Comisión de las Previsiones Primavera 2012 (11 mayo de 2012), el déficit fiscal alemán fue en 2001 del 3’1% del PIB, 3’8% en 2002 y 4’2% en 2003.
Si bien en enero 2003, el Ecofin decide abrir a Alemania un Procedimiento por Déficit Excesivo (PED), éste a penas se mantiene durante unos meses. En noviembre de ese mismo año, decide suspender los PDE de Alemania (y Francia). Esta decisión fue recurrida por la Comisión ante el Tribunal de Justicia Europeo. Las importantes diferencias entre el Consejo y la Comisión, minan la credibilidad del Pacto, haciendo inevitable su reforma. Alemania logra su objetivo de flexibilizarlo.
La primera reforma del Pacto, en vigor en junio de 2005, acepta un deterioro de las finanzas públicas como consecuencia de reformas estructurales (p.e. reforma sistema pensiones).
En diciembre de 2011 entra en vigor la segunda reforma del Pacto, también impulsada por el eje franco-alemán. Esta vez, sin embargo, las presiones serán de signo contrario.
Segunda Reforma del PEC: Refuerzo del Pacto
En diciembre de 2008 el Consejo Europeo aprueba el Plan Europeo de Recuperación Económica – el PERE, a través del cual se llevará a cabo una inyección fiscal de 200.000 millones de euros (1,5% de PIB UE). El Plan incluyó una referencia expresa a la posibilidad superar en 2009 y 2010 el valor de referencia del 3%, dadas las circunstancias extraordinarias. En este contexto, se inicia en mayo de 2010 la crisis de deuda soberana.
La posición del eje franco-alemán respecto al futuro gobierno económico del euro ha sido, desde el principio, endurecer la normativa. El 18 de octubre de 2010 ambos países firmaron los llamados Acuerdos de Deauville, defendiendo, entre otros, mayor automatismo en las sanciones y la suspensión de derechos de voto a los Estados “inclumplidores”.
Como resultado de la segunda reforma, los Estados de la eurozona deben cumplir actualmente una normativa del PEC mucho más estricta. A esta normativa, se añade los acuerdos recogidos en el “Pacto Fiscal” (Tratado Internacional sobre Estabilidad, Coordinación y Gobernanza de la Unión Económica y Monetaria (TECG), que obliga a los Estados signatarios a cumplir la “regla de oro”.
No obstante, el objetivo de crecimiento económico comienza a ganar terreno político y vuelve a encontrarse en la agenda europea. . Draghi, en la reunión del Consejo de Gobierno del BCE de Barcelona, el pasado 3 de mayo defendió la necesidad de un nuevo pacto de crecimiento: “no existe ninguna contradicción entre una pacto para el crecimiento y un pacto fiscal…el crecimiento económico…se debe sustentar sobre la estabilidad presupuestaria”.
Adicionalmente Van Rompuy acaba de anunciar en twitter la convocatoria el próximo día 23 de mayo de una cena informal de Jefes de Estado y Gobierno para discutir, entre otros temas, las medidas a adoptar, a nivel europeo, para estimular el crecimiento.
La Comisión Europea sigue esta misma línea. Su Presidente anunció, con ocasión del “Día de Europa”, el pasado 8 de mayo, la necesidad de relanzar el crecimiento y el empleo en la UE.
Actualmente pocos dudan que ambos objetivos deban compatibilizarse para para encontrar una salida al final del túnel. Así lo hizo Alemania, a principios de los 2000, alargando, eso sí, la senda de ajuste y flexibilizando la normativa reguladora (el PEC). En el contexto actual, ello sería posible aplicando la misma receta: retrasando el cumplimiento del objetivo de déficit fiscal.
En cualquier caso, lo que resulta innegable es que “el restablecimiento de la confianza en el futuro de la zona del euro será fuente de crecimiento económico y de empleo. Esta es nuestra finalidad última. Los objetivos de déficit y deuda son objetivos intermedios, no metas en sí mismas” (Van Rompuy, 2 de marzo, discurso de firma del Pacto Fiscal).
Por Begoña Montoro
El artículo deja muy claro quien teje las reglas del juego, lo grave es la alta capacidad de mutación que tiene el perímetro normativo en función de los intereses de Francia y Alemania. Como resolver ese problema cuando no hay un poder constituyente claro?
También creo que se peca de la abstracción de las políticas de crecimiento. Si se opta por aquellas que desencadenan un crecimiento sostenible (flexibilizacion de mercados, etc) es necesario asumir un ajuste temporal que muchos paises de la eurozona no estan en condiciones de aguantar, por motivos sociales basicamente