Desde 2009, el FMI ha experimentado profundas reformas en todos sus principales frentes: gobernanza, cultura institucional, políticas de supervisión y de préstamo, y recursos; que han vuelto a situarlo en un lugar central en el Orden Económico Internacional. Las reformas estaban latentes pero solo han sido posibles tras la crisis financiera global, parafraseando a Monnet: “los hombres sólo aceptan el cambio resignados por la necesidad y sólo ven la necesidad durante la crisis”.

En su cultura institucional, el Fondo está cada vez más alejado del Consenso de Washington y más cerca de adoptar las políticas a las circunstancias de cada país, huyendo de recetas monocromáticas. La estrategia puede ilustrarse con la  parábola del daimyō Mōri Motonari (utilizada para explicar el Abenomics), que enseñó a sus tres hijos como ninguno de ellos podría romper simultáneamente tres flechas pero actuando coordinadamente podrían hacerlo rompiendo cada uno de ellos una flecha. De igual manera, los retos de política económica deben afrontarse a través de la acción conjunta de las políticas monetaria y fiscal, y de reformas estructurales, saliéndose de relaciones biunívocas entre política y objetivo.

En supervisión o vigilancia (surveillance), el Fondo ha tenido que aprender a marchas forzadas después del fiasco por la incapacidad para anticipar la crisis. Ahora no hay informe que se precie que no incluya un análisis de spillovers y se ha intensificado el análisis financiero en una institución de tradición y expertise macroeconómica. Sin embargo, el FMI parece haber reaccionado, en un movimiento pendular, desarrollando una elevada aversión a que le “pillen” sin haber alertado de la siguiente crisis. Esto se traduce en la multiplicación de informes dentro y fuera del Fondo, por parte de terceras instituciones (con claras duplicaciones), y en un creciente énfasis en enumerar (y cuantificar) los riesgos. Hay margen para racionalizar la maraña supervisora, para un mayor énfasis en las recomendaciones de política económica (y menos en los riesgos), y para un tono más anticíclico, en el sentido de modular la tendencia de los mercados, y no tanto actuar como altavoz de los riesgos que otros perciben,  alimentando espirales de desconfianza (ni Europa era un callejón sin salida en 2012, ni todos los problemas están resueltos en 2013).

En política de préstamo, el debate continuará en torno al riesgo moral de un marco de préstamo efectivamente más generoso. Las facilidades de resolución de crisis proporcionan ahora más recursos, de manera más flexible y bajo condicionalidad menos estricta (i.e. más realista). Se ha desarrollado además una nueva función aseguradora que sustituye la condicionalidad tradicional ex post por criterios de habilitación ex ante, cambiando el rumbo de una historia de sesenta años de programas con desembolsos escalonados y sujetos a condicionalidad. Se ha asentado una estrategia en la que el éxito de un programa depende más del ownership, en otras palabras, un FMI como asesor que ofrece medios para enfrentar los problemas, abandonando el lema de “la letra con sangre entra”.Queda pendiente avanzar en la participación del sector privado, probablemente siguiendo la vía abierta por marcos como la Iniciativa de Viena.

Sobre gobernanza, las economías emergentes demandan más. Sin embargo, aunque es cierto que el congreso de EEUU está retrasando la reforma aprobada en 2010, una vez se ratifique, estamos ante unos cambios que corrigen más de seis décadas de mantenimiento del statu quo. El peso de las economías avanzadas se reducirá en casi diez puntos y quedará en torno al 60%. En número de Directores, los países emergentes y en desarrollo contarán con alrededor de catorce, de un total de veinticuatro, acabando con el tradicional “rodillo” de los Directores europeos. EEUU mantendrá su capacidad de veto para las decisiones importantes, pero también la tendrán el conjunto de las economías emergentes, entre las que destaca el activo papel de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Parece un equilibrio razonable, sin perjuicio de seguir avanzando hacia una mayor paridad entre avanzados y emergentes, y de que la dirección del Fondo se encomiende por primera vez a un nacional de un país emergente.

… but if you try sometimes; well, you just might find; you get what you need (the Rolling Stones, 1968).

Por Pablo Moreno