El editorial de la Revista Consejeros de este mes de Septiembre hace alusión a un comentario del Financial Times sobre cómo, “desde los bolsos de señora al plasma sanguíneo, la variedad de la exportación española enciende la recuperación”. La exportación para el analista inglés es el indiscutible punto luminoso de una economía todavía atrapada por el paro, el déficit público y un sistema financiero desajustado. Según  cifras de la UE las ventas  españolas de mercancías en volumen han crecido, 2010-2012, un 7,3%, en tanto que las británicas, devaluación de la libra incluida, avanzaron un 3,5%

El sector exportador español no ha merecido la atención de los responsables de la política económica ni tampoco de los políticos en general. Ahora,  a toro muy pasado (incrementos de las exportaciones en euros de un 16,8% y 15,2% en 2010 y 2011), se intenta establecer una correlación entre el dinamismo de las ventas españolas al exterior y la Reforma Laboral. El propio presidente del gobierno ha presentado la credencial exportadora española en la candidatura olímpica.

Lo que sí sería correlacionable es la dramática sacudida sufrida por los trabajadores, despidos y bajas salariales, con una mejora de la competitividad de las empresas. Tampoco se puede olvidar la contracción de la demanda interna junto a la capacidad de producción almacenada durante las etapas de prosperidad. Esta combinación de factores está configurando un modelo productivo no muy alejado del diseñado en Alemania por el Canciller Schroeder: la Agenda 2010.

Hace diez años Alemania sufrió una fuerte caída del empleo, empresas y autoridades aceptaron una flexibilización del mercado laboral a cambio de mantener niveles de producción y  empleo y  avanzar en la renovación y modernización de todo el equipo productivo. La apuesta fue la exportación con la buena fortuna de encontrarse con altas tasas de crecimiento de la demanda europea y mundial. Las autoridades respaldaron la estrategia exportadora y las empresas cumplieron su compromiso de mantener la inversión y el empleo.  En España el Crédito a la Exportación prácticamente ha desaparecido a pesar de las reclamaciones de CESCE que comprueba el descenso en la contratación de pólizas de Seguro de Crédito a la Exportación. En Alemania, por el contrario, el Instituto de Crédito Alemán, la KfW ha financiado proyectos del sector privado y apoyado la venta de mercancías. Las empresas y en especial las medianas mantienen su apuesta por la modernización.

El ministro de Economía y Competitividad español reclama atención para nuestro sector exportador: “algunos proyectos no han ido adelante porque los bancos han cerrado el grifo… el ICEX será el organismo responsable de canalizar las exportaciones y movilizar los mecanismos para la internacionalización de la economía”.  ¿Primer reconocimiento oficial de ese punto luminoso que destacan los analistas británicos? Una buena melodía, en todo caso, la del ministro de economía, porque si las exportaciones se detienen, no hay constancia de una recuperación de la inversión productiva, el efecto arrastre que ejercen las mercancías españolas vendidas al exterior sobre el PIB y el empleo, irá desvaneciéndose.

Por Luis Alcaide