No existe consenso ni sobre el tamaño ni el signo de los efectos de la política fiscal sobre la actividad económica. Hay una serie de estudios que sugieren que una consolidación fiscal podría ser expansiva en el corto plazo, es decir, que la política fiscal podría tener efectos no-keynesianos.

El debate académico sobre las consolidaciones fiscales expansivas comienza en los 90, con el estudio de Giavazzi y Pagano de los efectos de la política fiscal en Dinamarca e Irlanda durante los 80. Estos autores encontraron evidencia de que la consolidación fiscal que se llevó a cabo en ambos países fue seguida de crecimiento económico.

A partir de entonces se han tratado de identificar las condiciones en las que una contracción fiscal puede tener efectos expansivos sobre la actividad económica. Aunque hay que señalar que la evidencia empírica es ambigua y no aporta resultados claros de los efectos de la política fiscal.

Teóricamente los efectos no keynesianos de la política fiscal tendrían lugar a través de sus efectos sobre las expectativas de los agentes. Si la orientación actual de la política fiscal puede considerarse una señal de su curso futuro, un ajuste fiscal que se percibe como una reducción permanente en el gasto público generará expectativas de menores impuestos en el futuro. Menores impuestos suponen mayor renta permanente y aumentan el consumo y la inversión actuales. Este efecto depende de que los agentes sean racionales, de la credibilidad del ajuste y de su composición.

Ahora bien, la credibilidad de las acciones políticas se enfrenta al problema de inconsistencia temporal, así como al propio ciclo político, de manera que los agentes –racionales- pueden no creer en las consolidaciones fiscales y evitar así que se produzcan esos teóricos efectos expansivos.

Pero no sólo nos enfrentamos a los problemas de credibilidad. El entorno macroeconómico y la política económica que se esté llevando a cabo simultáneamente acompañando al ajuste fiscal pueden ser los verdaderos responsables de los efectos expansivos encontrados. Otros problemas adicionales son la identificación correcta  de los periodos de consolidación fiscal y de la dirección de causalidad entre los cambios observados en el saldo presupuestario y la actividad económica.

De hecho, la evidencia empírica no arroja resultados concluyentes a este respecto. Es difícil aislar los efectos de la política fiscal cuando hay una política monetaria o cambiaria expansiva o incrementos de productividad o deflación salarial. Hay muchos factores extraordinarios que pueden afectar a la economía al mismo tiempo que se está llevando a cabo la consolidación fiscal. Lo que hace difícil aislar los efectos de la política fiscal, cuando además, ésta no es más que una parte de un paquete de política económica.

La evidencia empírica encuentra que los escasos casos encontrados de consolidaciones fiscales expansivas, éstas se vieron precedidas de devaluaciones y en algunos momentos acompañadas de políticas monetarias expansivas.

En general, las características de la consolidación fiscal que influyen en la probabilidad de que sea expansiva, serían similares a los determinantes de las consolidaciones fiscales exitosas. La composición del ajuste es clave. Las consolidaciones basadas en recortes del gasto tenderán a ser más expansivas que las basadas en subidas de impuestos. No obstante, es necesario aislar el efecto de la política monetaria que se esté aplicando simultáneamente. Y una vez hecho esto, los trabajos empíricos no arrojan resultados concluyentes sobre el efecto expansivo de la consolidación fiscal.

Aunque desde un punto de vista teórico, la argumentación a favor de la existencia de estos efectos es lógica y clara, en la práctica sus efectos dependen crucialmente de la credibilidad de la política económica de los gobiernos. Esta puede ser una explicación de por qué los trabajos empíricos arrojan un apoyo tan débil a la existencia de los efectos no-keynesianos de la política fiscal.

Por Ana Esmeralda Martínez